LA DANZA DE LAS MAGAS

Cuentan las abuelas, que en las noches más frías,

Al caer el astro dorado se alineaban las estrellas,

La Luna desnuda llamaba a su manada.

 

Cantaban los grillos su música sagrada,

La noche rendida a su aura, Las Magas aparecían.

Se presentaban magnificas veneradas por las flores,

Los elementos atentos, las aguas danzarinas.

Para bailar una música, la música olvidada,

Que habla de las mujeres dormidas,

De corazones que no vibran

De vientres que no laten,

De ellas y sus renuncias

Las mujeres y sus penas.

 

La Maga se alimenta de la mujer realizada.

La Maga vive en continuo, enmendar sus torpezas.

Ella sabe que es su sino volver a ver restaurada,

A cada mujer que sin parir, hace parir la historia.

 

De pronto a la mitad de la noche se abre el cielo como en suplica,

Acaece la estela sublime de la Maga de todas las Magas.

Se convulsiona el aire, se escuchan los cantares y gratitudes.

Por la que enmienda todo, la que religa, la cantora.

 

Una a una las Magas se postran ante tal presencia,

En las manos los amuletos y las cavas de aceites sanadores.

Entonces cada una cuenta las historias de sus andanzas;

Mujeres aplastadas por sueños robados.

Mujeres acalladas en su cantar originario.

Mujeres solitarias, por no ser lo que una mujer siempre ha sido.

Mujeres en dolor, mujeres en olvido.

 

La gran Maga entonces manifiesta su medicina,

De la Luna misma extrae gotas plateadas,

Sopla sus manos y recita con voz infinita…

Vuelen gotas de Luna, hacia cada rincón de la Tierra,

Y entreguen este mensaje a cada conciencia de mujer nacida;

SOY MUJER, SOY LUNA.

FUEGO QUE ENCIENDE,

SUELO QUE FECUNDA.

EL DESPERTAR DE LAS MEMORIAS,

PARA RESIGNIFICAR LA ALEGRÍA.

CURANDERA DEL AFLIGIDO,

CIENAGA DONDE REPOSA EL CANSADO.

PECHO QUE NUTRE AL QUE HA LLEGADO.

FAROL QUE DESDEJA LA TRAVESÍA INEVITABLE,

A LOS CORAZONES DORMIDOS, A LAS ALMAS MUSTIAS.

PARA EVOCAR Y NUNCA OLVIDAR…

QUE SOMOS TODAS MAGAS, QUE SOMOS TODAS LUNA.

 

Ale,

Para Casa de Tara

2017.

Desapego: la verdadera libertad

“El verdadero buscador no se identifica ni con el nombre ni con la forma, no se lamenta por lo que no tiene ni por lo que pudo haber sido.” Buddha

Si nos apegamos al cuerpo, le restamos fuerza al espíritu. Si nos apegamos al amor, volará hacia otros destinos, en la libertad necesaria que precisa el amor para ser veraz y benéfico. Si nos apegamos al dinero, la abundancia busca otra puerta que esté disponible. Si nos apegamos a la vida, nos negamos a la evolución.

Cuando suelto el control y la necesidad de poseer, viajo sin mayores equipajes en la liviandad de la confianza que da saber que todo llega, pasa y se repite, en un eterno ensayo destinado a alcanzar nuestra libertad final, que acontece en la unión de mi otro complementario y la fusión con la fuente generadora primera.

Suena complejo y quizás lo es, sobre todo cuando tenemos que cargar con infinidad de creencias e influencias erradas, que no aportan a que podamos caminar la vida, libres de estas múltiples necesidades.

Pero todo tendría nuevos vestigios si el asentir fuese: Me desapego y todo llega. Me desapego y reafirmo esperanzas. Me desapego y las sincronías se acercan a mí, buscando coincidencias. Me desapego y todos los anhelos se hacen presentes, escuchando un llamado más poderoso que el deseo, que tiene que ver con la coherencia que me precisa.

Plena soltura

Si pudiésemos acceder a una definición para comprender los alcances del desapego, podríamos decir que es: no tener necesidades limitantes, ni la sed que desborda en inagotables requerimientos para ser feliz, a pesar de que la felicidad no tiene requisitos. Es una actitud de plena soltura frente al ir y venir de las situaciones y los afectos. Ir y venir que no es desinterés, sino más bien una potente generosidad que le dice al externo: cuando estás, te disfruto; cuando no estás, me disfruto y me embebo en las rutas de la existencia y sus variados paisajes.

¿Lo contrario? La angustia de querer poseer y retener. La necesidad de pertenecer. La impotencia de no poder dominar. La frustración de no obtener lo que los deseos egocéntricos reclaman desde las necesidades descontroladas y las profundas heridas existenciales, que acosan con sus llamados desde las honduras de las carencias subconscientes.

¿La finalidad? La certeza en mi dominio interno que aporta a la serenidad del sabernos ser y estar. La autocontención que no amerita disponibilidades. La libertad de no necesitar más que lo que me provee, mi propio origen generador. Y la gratitud que abraza con gentileza lo que mi mano alcanza y aquello que mi aura toca.

El dilema de los apegos

Buddha nos dijo: “Nada en la Tierra -sea esposa o hijo, fama y honor, amor o riquezas- es digno de perseguirse, porque todo cuanto existe, cuando nos aferramos a ello, resulta insuficiente”.

Y ese es el gran dilema de los apegos, que nunca parecieran estar cubiertos. Como pozo sin final, no hay manera de lograr satisfacción, pues son justamente sus principios los que contradicen su beneficio; la generación innecesaria de estímulos que llenan lo que no soy capaz de gestar, en mi ineludible responsabilidad humana y espiritual.

Es entonces un apropiado ejercicio el preguntarse: ¿De qué lado estoy? ¿Estoy en la libertad de saber que todo está ahí para disfrutar y compartir, en un vaivén de ocasiones y participaciones? O ¿en la vereda del que espera que desde afuera le den las señales y las aprobaciones para sentirse bienaventurado?

Las cosas no llenan los vacíos o los deberes trascendentes. Se establecen de este modo nuestras desolaciones cuando ponemos el poder de todas nuestras alegrías en las manos de entidades extranjeras.

Materialidades, situaciones, personas y la vida misma van y vienen. Es allí donde otra premisa de las filosofías espirituales nos exhorta a permanecer aquí y ahora.

Y las expectativas exacerbadas, que no son más que el deseo de dominar los sucesos, señalan otra forma de apego autorreferente que deja a la luz, sin piedad, mi tirano interno y la crueldad de mis rigideces. Dos ejemplos de frenéticas carestías, que al no ser atendidas en la prontitud de mis antojos, generan la pérdida de la elocuencia que evita las ansias de controlar mi cronología, cohibiendo mi talento para rendirme con mucho coraje a su llamado existencial inusitado e inútil de ignorar.

Apetito desbordado

Por otro lado, el apego nos habla asimismo de menesteres recónditos no acogidos, desde aquellos requisitos básicos que garantizan nuestras estabilidades más férreas, para dar paso a las verdades futuras que tienen la capacidad de formar un ser humano íntegro, sereno y lleno de vivencias que apoyan la totalidad de la dicha.

Para los budistas, quienes han hecho del desapego uno de sus fundamentos, las raíces están en desequilibrios mentales que de una u otra manera hemos construido al dejarnos llevar y alimentar un desbordado apetito por ciertas entidades. El resultado, insatisfacción, vacío, soledad y endeudamiento de nuestra soberanía.

Esta filosofía sugiere como herramienta primordial, al considerar básicamente el apego como una disfuncionalidad mental, la práctica y el aprendizaje de métodos meditativos.

Silencio interior

La disciplina, la contemplación, el silencio interior llevan a la mente a recuperar sus habilidades intuitivas y a moderar sus asociaciones enfermizas, para poder usarla en su estado original de sabiduría y sacar el máximo provecho a todas sus indudables y loables aptitudes generadoras de creatividades y nuevos estados de conciencia.

Meditación que lleva también a la serenidad que propicia el reconocimiento de la verdadera fuerza espiritual, que apoya la continuidad de nuestra fuerza divina en el plano físico y en reciprocidad, la integración de la convicción del concepto de unidad que hace que sepamos a ciencia cierta y reconozcamos en todos los espacios de nuestra existencia que nunca estamos solos, que somos una parte significativa de un todo superior inconmensurable y, por ende, no hay abandono, no hay separación ni ausencias, y que la vacuidad que nos complementa no es vacío de falta de presencia, sino más bien el vacío que está a la espera y dispuesto para el movimiento creativo personal y unitario.

Rompamos hoy esas cadenas que nos sofocan e inhiben que seamos tan originales como fuimos creados, llenos de múltiples colores, cada uno diseñado para componer un tejido con hilos infinitos de insospechados ocasos, atiborrados de nuevas miradas y recorridos que le dan subsistencia a un despliegue que no admite que uno de sus actores se quede rezagado u inactivo, frente a tanto por concebir y tantas conquistas por resolver.

Entender esto es de pronto tener la lucidez de ver que en este movimiento es imposible apegarse a algo, pues sus amplios brazos y sus múltiples propósitos son tan inagotables que no hay tiempo para demorar ni interrumpir, ni menos retrasar el asombroso desenlace de una cronología que no acepta exclusiones y, por lo tanto, no da cabida al desamparo de ninguno de sus protagonistas.

Entonces, no hay motivos ni excusas para apegarse a algo pasajero, en el contexto de un éxodo infatigable en el retorno a la auténtica morada.

El propósito es, desde esta nueva visión:

  • Aprovechar las cercanías para perpetuar inolvidables huellas de bienestar.
  • Usar los tiempos de aprendizajes para aplicarse con pasión y gratitud.
  • Gozar cada vivencia y sus incontables detalles, quedándonos sólo con lo gratificante.
  • Y amar profundo sin mella de egoísmo, como una oportunidad trascendente de formar lazos eternos que le dan continuidad a la felicidad que, más que felicidad, es el éxtasis del adagio hacia la inspiración sobrehumana, mística, sublime.

Y una plegaria brota, para sellar mi nuevo albedrío: “Desde mi inquebrantable autonomía e indudable saber y reconocerte como maestro, hoy te libero con amor, para vivirte desde ahora a través de nuestra sagrada individualidad, que forma los pilares de nuestras inestimables cercanías”. 

Finalmente estas palabras: El éxodo existencial es por derecho un recorrido ligero, próspero y jubiloso que sólo sugiere una mochila llena de sueños, cuotas precisas de voluntad, grandes espacios de regocijos y la entrañable faena a emprender. Y donde las expectativas son sólo la sazón para abrazar las bienaventuranzas de un recorrido sagrado, escogido y privilegiado. Eso es desapego.

 

Que esta información vaya en vuestro mayor beneficio.

Alejandra Vallejo Buschmann

Terapeuta Holísitica, para Casa de Tara.

 

Articulo publicado originalmente en la edición impresa de la revista Somos en Enero de 2015

Desapego: la verdadera libertad

¿Qué debe saber un niño de 4 años?

Hace poco, en un foro sobre la educación de los hijos, leí una entrada de una madre preocupada porque sus hijos, de cuatro años y año y medio, no sabían lo suficiente. «¿Qué debe saber un niño de cuatro años?», preguntaba.

Las respuestas que leí me llamaron mucho la atención. Una madre indicaba una lista de todas las cosas que sabía su hijo. Contar hasta 100, los planetas, escribir su nombre y apellido, y así sucesivamente. Otras presumían de que sus hijos sabían muchas más cosas, incluso los de tres años. Algunas incluían enlaces a páginas con listas de lo que debe saber un niño a cada edad. Solo unas pocas decían que cada niño se desarrolla a su propio ritmo y que no hay que preocuparse.

Pensé que probablemente la respuesta de esas mujeres a una madre angustiada fuera añadirle más preocupación. Somos una cultura tan competitiva que hasta nuestros niños en edad preescolar se han convertido en trofeos de los que presumir. Pero atención!!! La infancia no debe ser una carrera que arroja por resultado niños ganadores y niños perdedores.

Alicia Bayer, una mujer norteamericana que se interesa por los temas de infancia y educación, hace una lista de aquellas cosas importantes que debe saber un niño/a de 4 años. Me pareció hermosa y la comparto:

1.Debe saber que lo quieren por completo, incondicionalmente y en todo momento.

2. Debe saber que está a salvo y además cómo mantenerse a salvo en lugares públicos, con otra gente y en distintas situaciones. Debe saber que tiene que fiarse de su instinto cuando conozca a alguien y que nunca tiene que hacer algo que no le parezca apropiado, se lo pida quien se lo pida. Debe conocer sus derechos y que su familia siempre lo va a apoyar.

3. Debe saber reír y utilizar su imaginación. Debe saber que nunca pasa nada por pintar el cielo de color naranja o dibujar gatos con seis patas.

4. Debe saber lo que le gusta y tener la seguridad de que se le va a dejar dedicarse a ello. Si no le apetece nada aprender los números, sus padres tienen que darse cuenta de que ya los aprenderá, casi sin querer, y dejar que en cambio se dedique a las naves espaciales, los dinosaurios, a dibujar o a jugar en el barro.

5. Debe saber que el mundo es mágico y él también. Debe saber que es fantástico, listo, creativo, compasivo y maravilloso. Debe saber que pasar el día al aire libre haciendo collares de flores, pasteles de barro y casitas de cuentos de hadas es tan importante como aprender los números. Mejor dicho, mucho más.

PERO MÁS IMPORTANTE ES LO QUE DEBEN SABER LOS PADRES:

1.Que cada niño aprende a andar, hablar, leer y hacer cálculos a su propio ritmo, y que eso no influye en absoluto en cómo de bien ande, hable, lea o haga cálculos después.

2. Que el factor que más influye en el buen rendimiento académico y las buenas notas en el futuro no son los manuales, ni las guarderías elegantes, ni los juguetes caros, sino que mamá o papá dediquen un rato cada día o cada noche (o ambos) a compartir momentos de juego, lectura, dibujos y risas con sus hijos.

3. Que ser el niño más listo o más estudioso de la clase nunca ha significado ser el más feliz. Estamos tan obsesionados por tratar de dar a nuestros hijos todas las «ventajas» que lo que les estamos dando son unas vidas tan pluriempleadas y llenas de tensión como las nuestras. Una de las mejores cosas que podemos ofrecer a nuestros hijos es una niñez sencilla y despreocupada.

4. Que nuestros niños merecen vivir rodeados de libros, naturaleza, utensilios artísticos y, lo más importante, libertad para explorarlos. La mayoría de nosotros podríamos deshacernos del 90% de los juguetes de nuestros hijos y no los echarían de menos, pero algunos son importantes: juguetes creativos como los LEGO y los de encastre, una buena cantidad de témperas y plastilinas, los instrumentos musicales, los disfraces, y libros y más libros. Necesitan libertad para explorar con estas y otras cosas, amasar pan y ponerlo todo perdido, usar pintura, plastilina y purpurina en la mesa de la cocina mientras hacemos la cena aunque lo salpiquen todo, tener un rincón en el jardín en que puedan arrancar la hierba y hacer un cajón de barro.

5. Que nuestros hijos necesitan tenernos más. Hemos aprendido tan bien eso de que necesitamos cuidar de nosotros mismos que algunos lo usamos como excusa para que otros cuiden de nuestros hijos. Claro que todos necesitamos tiempo para un baño tranquilo, ver a los amigos, un rato para despejar la cabeza y, de vez en cuando, algo de vida aparte de los hijos. Pero vivimos en una época en la que las revistas para padres recomiendan que tratemos de dedicar 10 minutos diarios a cada hijo y prever un sábado al mes dedicado a la familia. ¡Qué horror! Nuestros hijos necesitan la Nintendo, los ordenadores, las actividades extraescolares, las clases de ballet, fútbol e inglés mucho menos de lo que nos necesitan a NOSOTROS. Necesitan a unos padres que se sienten a escuchar su relato de lo que han hecho durante el día, unas madres que se sienten a hacer manualidades con ellos, padres y madres que les lean cuentos y hagan tonterías con ellos. Necesitan que demos paseos con ellos en las noches de primavera sin importarnos que el pequeñajo vaya a 150 metros por hora. Tienen derecho a ayudarnos a hacer la cena aunque tardemos el doble y trabajemos el doble. Tienen derecho a saber que para nosotros son una prioridad y que nos encanta verdaderamente estar con ellos.

Mucho para reflexionar como padres, educadores, o desde el lugar que nos toque en contacto con uno de los tesoros más preciosos: LA INFANCIA.

(Lic. Miriam I Martínez)

 

Que esta información vaya en vuestro mayor beneficio.

Ale

Casa de Tara

¡Atrae cosas nuevas a tu vida!

¿Tienes el hábito de juntar objetos inútiles creyendo que un día (quién sabe cuándo) vas a necesitarlos? ¿Tienes el hábito de guardar ropa, zapatos, muebles, utensilios domésticos y otras cosas del hogar que ya no usas desde hace mucho tiempo? Y dentro de ti, ¿tienes el hábito de guardar broncas, resentimientos, tristezas, miedos y demás?

¡No hagas eso! ¡Va contra tu prosperidad! Es preciso que dejes un espacio, un vacío, para que cosas nuevas lleguen a tu vida. Es preciso que te deshagas de todo lo inútil que hay en ti y en tu vida para que la prosperidad llegue. ¡La fuerza de ese vacío es lo que absorberá y atraerá todo lo que deseas!

Mientras estés emocional y materialmente cargando sentimientos viejos e inútiles no tendrás espacio para nuevas oportunidades. Los bienes necesitan circular. Limpia los cajones, los armarios, el garaje. Da lo que ya no uses. La actitud de guardar cosas inútiles encadena tu vida. No son los objetos guardados los que estancan tu vida, sino el significado de la “actitud de guardar”.

Cuando se guarda es porque se considera la posibilidad de falta, de carencia. Se cree que mañana podrá faltar. Que no tendrás manera de cubrir esas necesidades. Con esa idea le estás mandando dos mensajes a tu cerebro y a tu vida: que no confías en el mañana, y que piensas que lo nuevo y lo mejor NO son para ti. Por eso te alegras guardando cosas viejas e inútiles.

¡Deshazte de lo que ya perdió el color y el brillo, deja entrar lo nuevo a tu casa y dentro de ti mismo!

Lousie Hay.

 

Consejo del Tarot de Osho – La carta de hoy: CONSCIENCIA

El rumbo estelar, la jornada humana, el acuerdo kármico, la senda espiritual; todas y cada una de estos estadios son sostenidos e impulsados por una sola fuerza, la del amor y llegan al estado e prosperidad por una sola vía fecunda la de la consciencia.

Consciencia para saber los cuando y como.

Consciencia para mirar al otro en mi.

Para generar bienestar, más allá de mis malestares.

Y así transar el egoísmo por el bien común, que es donde florecen todas las oportunidades, todos los cambios y todas los saltos de discernimiento, que desembocan en el puerto seguro, donde finalmente asimos la mano creadora y nos reconocemos como creadores sin las soledades de quien no ha tocado esta certeza.

El llamado es a ver más allá de lo propio y así comprender que la sanación que nace en mi, es la base de la inspiración que me saca de lo individual para expandirme y tocar cada instancia en pos del movimiento generoso que nos vincula a la abundancia personal, individual, universal.

Entonces consciencia no es solo saber de mi, de mis responsabilidades personales y mis actos en coherencia, sino comprender que cada soplo de mi vida, está ligado a una danza infinita donde todos sostenemos una experiencia transversal, a través de cada sencillo acto de respirar la existencia para decir si, soy y estoy.

 

Con amor,

Ale para Casa de Tara

Terapeuta Holística

 

OSHO nos dice: Venimos de lo desconocido y continuamos moviéndonos hacia lo desconocido. Volveremos otra vez; hemos estado aquí miles de veces y estaremos aquí miles de veces. Nuestro ser esencial es inmortal, pero nuestro cuerpo, nuestra corporeidad es mortal. El marco en el que nos movemos: nuestras casas, el cuerpo, la mente, están hechos de cosas materiales. Se cansarán, se envejecerán, morirán. Pero tu conciencia, para la cual Bodhidharma usa la palabra «no-mente» -Guatama el Buda también ha utilizado la palabra «no-mente» – es algo más allá de la mente y el cuerpo, algo más allá de todo, esa no-mente es eterna. Es expresada y se va nuevamente a lo desconocido. Este movimiento de lo desconocido hacia la conocido y de lo conocido a lo desconocido, continúa por la eternidad, a menos que alguien se ilumine. Entonces ésta es su última vida. Entonces esta flor ya no volverá. Esta flor ha tomado conciencia de sí misma y no necesita regresar a la vida, porque la vida no es más que una escuela de aprendizaje. Él ha aprendido la lección, ahora está más allá de las ilusiones. El se moverá de lo conocido, por primera vez, no hacia lo desconocido, sino hacia lo incognoscible.  –  Osho Bodhidharma, the Greatest Zen Master Chapter 5

68. BUDA Conciencia

Carta viajando del Tarot Zen de Osho.