Un lugar indómito y gentil, donde se perfilan nuestras virtudes maternas, aspecto e ímpetu sostenedor. La enraizadora primigenia que nutre y fusiona los cimientos y recursos del bienestar futuro, para la realización de una tribu compasiva, que lidere el progreso cósmico.
En el vasto Universo se cortejan, seducen, fusionan y hermanan dos energías primarias; masculina y femenina. Las dos fundamentales, las dos encabezando movimientos y manifestaciones puntuales en orden a dar sustancia y sentido a los hechos y sucesos esenciales.
Cada una en su órbita, consolidando una danza de miles de influencias y consecuencias vitales.
A pesar de su igualdad y significancia en el montaje existencial, hay características de una de ellas que hoy quiero celebrar, no sólo debido a su rol en los movimientos y latidos básicos, sino por haber sido a través de la cronología trascendental, irónicamente apagada e incluso hoy aún desdeñada, quizás por la misma fuerza que ella interpreta y modera.
La energía femenina, vital en la generación de la vida, su sostén y orden divino, ha sido rebajada a múltiples detalles básicamente decorativos y hedónicos, que no merecen lo que ella misma encarna y establece.
Brío y linaje que hoy reclama su sitio en el argumento de la historia humana, desde la inefable mirada, de quien sabe lo que es.
Energías opuestas complementarias, creativas: El Universo pulsa desde una primera semilla de manifestación que necesita ser parida y luego ordenada. Todo pasa y se crea desde el mismo proceso y es, desde esa base fundamental que no sólo es energética sino también afectiva, donde se sitúan las raíces de una abundancia que lidera la exactitud de los logros evolutivos.
No hay equilibrio posible si esta fuerza abrigadora y nutricia falla en sus faenas, prodigando el sustento inicial para el logro final.
Su ausencia radica en frialdad, abandono, soledad, incertidumbre, por mencionar algunas de las carencias que preceden a la pérdida de esta fuerza abrazadora.
Remitiéndonos exclusivamente a la realidad humana, es imperioso aclarar que ambas energías Yin y Yang, le dan soporte al ser en diferentes aspectos de su materialidad tridimensional. Pero, es la energía femenina la que cuaja las fuerzas anímicas espirituales, dentro de un cuerpo físico pero no por eso, menos sutil y mágico.
Aún hoy plenos de tanta información y desarrollo intelectual, tecnológico y quizás también consciente, no hay claridad con respecto a lo que implica la generación de estos vínculos materiales, afectivos y sicológicos en la vida humana, y su posterior consolidación como resultados de estas raíces cebadas con un impulso que garantiza por sobre todo, la fe en todo lo que implica ser y estar.
Y no sólo ser y estar en un contexto experiencial, personal y único, sino también moviendo redes que albergan, las nuevas premisas de un retomar lo que se descarrió, después de la caída del hombre.
El patrimonio femenino: La herencia femenina radica en cohesionar espíritu y experiencia material, a través de los lazos afectivos.
Ser mujer implica por ende, llevar el legado emocional, fisiológico y concreto para ser amparo de las fuerzas creativas y todas las posibilidades que fundamentan el coexistir.
A fuerza de pulsar todo lo que ella significa y recuperar su sitio, es que la mujer pareciera haber olvidado lo que su posición de privilegio en la continuidad primordial compromete, y que el llamado no es a parecerse a su opuesto complementario, sino ser justamente todo lo contrario, pues ahí radica la verdadera finalidad de esta balanza energética que equilibra todas las manifestaciones de vida.
Y aún más, podemos ver como en la naturaleza sabia en si misma, se presentan ejemplos donde esta fuente materna es la única que sostiene las descendencias, de la misma manera que se ha repetido incesantemente en la experiencia humana.
Pareciera ser que la madre natura no necesita más que esta mano que cría en la tibieza de un seno que prodiga todo y tanto, para que sean concebidas y perpetuadas las especies.
Eso no implica que la energía contraria no sea menester, sólo señalo lo que la gran creadora asigna y aprueba.
Lo importante no es quien es mas eficiente o sustancial, sino que al fin y cómo un acto de humildad se recupere y honre, la gran matriz femenina que expulsa y abraza para entregar en integridad, las herencias que darán continuidad y permanencia.
Amar la mujer en mi: Ser mujer es, venerar el aspecto materno del Padre creador.
Ser mujer; para hacer florecer los espacios del fuego masculino.
Ser mujer; para prodigar los cuidados con que el amor se arraiga.
Ser mujer; para dulcificar las improntas y huellas, de una existencia karmática que golpea la fragilidad de nuestra alma.
Ser mujer; para impulsar desde la serena presencia que da certeza, a esa energía masculina que genera avances y concreciones materiales.
Ser mujer; porque es femenino el pulso que dio luz, al hijo de Dios acá en la tierra.
Ser mujer; porque ella alberga la intuición que ordena y compensa la energía mental, de un Universo mental acunado en un flujo perceptivo.
Ser mujer; porque es lindo ser piel y aromas, que decoran los instantes donde en el cosmos resuena, el ronroneo del encuentro entre ella y él.
Hoy quisiera invitar a las portadoras de esta influyente energía a reivindicar ese rol, desde aquello que es su esencia y que marca la diferencia entre el otro que es luz de sol, movimiento y extroversiones y nuestra serena presencia atiborrada de rayos de luna y remanso que ofrece, el espacio donde descansan y se dan las formas de las infinitas expresiones afectivas.
Mujer para; reconocer y amar aquella parte nuestra que no congenia con ningún estereotipo, sino que desborda pariendo autenticidad y pulsos creativos personales, reivindicando legado, nombre y sello.
Se abren entonces las ventanas interiores, por donde asoma la Diosa intrínseca que siempre multiplica y nunca divide, atisbando más allá de lo evidente pues percibe y comprende desde saber al fin, que sostiene el vaivén emocional de todo aquello que toca.
Así se manifiesta lo que ella sabe hacer mejor, religar almas para sanar corazones.
Alejandra Vallejo Buschmann.
Terapeuta Holística.
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