Crianza consciente; semillas humanas, para un florecer espiritual.

¿Cual es la mejor bienvenida, al ser que deviene desde los planos sutiles para asentarse en esta tierra, en un acto de valentía suprema que lo compromete con su evolución y con el movimiento de todas las cosas?.

Un vientre tibio, dulces susurros, energías abrazadoras que sostienen la magia de esta transmutación y permiten el paso sin mella, del espíritu hacia la carne. Ímpetus constitutivos de creencias amorosas y bases seguras, donde esa semilla podrá florecer.

Desde ese seno cálido, se forman en un ritmo uniforme todos los elementos que en conjunto, le darán vida a la vida.

El equipaje espiritual, como legado de las acciones pasadas se ancla a esta obra suprema, exclusiva y tan inagotable.

Se forman procesos evolutivos, dinámicas emocionales, aspectos materiales, detalles genéticos, herencias ancestrales, todos unificados abrazando información cósmica de trayectorias insospechadas.

Infinita información para dar paso a una individualidad precisa, con precisas pautas creativas, que religan compromisos progresivos en orden a retornar a la causa generadora originaria.

Pasan días, meses y el ser va completando esta metamorfosis prodigiosa, dando pasos certeros que enraízan y materializan su presencia.

Cada día un nuevo descenso en un trayecto desconocido a pesar de lo reiterado.

Un descenso que confunde a esta mezcla de instancias, y que necesita aquella mano protectora para asentarse y creer, que es posible pisar esta tierra y ser amado.

El momento de la fusión alma, espíritu y cuerpo, se acerca a pasos presurosos. Ya el cuerpo está completo y adaptado para la esfera terrena.

El ser incubado escucha los sonidos del exterior, percibe todo como si fuese él mismo, llenando de estímulos sus sentidos e imprimiéndole a su piel información cifrada en códigos, de un relacionarse con otros. Emociones básicas le acompañan aún sin poder traducir los acontecimientos periféricos.

Pero hay un sonido por sobre los demás que escucha sin cesar, y que es su faro en medio de este todo desconocido. Cómo un tambor que resuena en las cavernas del útero elegido, ese corazón que está unido al suyo por un cordón etéreo de mágicas conexiones convenidas y sintonizadas, que lo conecta al sentir absoluto, late y le arrulla cómo diciéndole: amor, amor, amor.

Ese sonido es todo en el vasto todo de las aguas que lo inundan. Preciada melodía que domina miles de interpretaciones y mensajes subliminales y él cómo un mago erudito, las descifra todas atesorándolas en su pecho.

De pronto el día llega. El cosmos está al acecho, preparando el escenario perfecto para la antigua danza de influencias planetarias que propician la concreción de sus huellas humanas y que le relacionan para siempre, con el cielo y las estrellas. Una fascinante manera de pedirle no olvide, sus lazos divinos a pesar de la nueva concurrencia tridimensional.

Todo dispuesto, para celebrar la luz que acompaña a este nuevo forastero. Se hace la fusión y sucede el primer grito a la vida.

¿Dónde está ese sonido constante?, ¿dónde que ya no siento, esas aguas olorosas y ese mecer que me abrazaba?.

Ese es el momento trascendente donde el ser parido necesita todo el amparo y esmeros, a fin de poder aferrarse a este suelo extranjero.

Una revolución hormonal y fuertes estímulos de toda índole, le hacen sentirse más frágil que nunca.

Olvidó su origen celeste, olvidó sus cordones de luz. Sólo le pueden conducir al sosiego, esos latidos que ya tampoco escucha.

Soledad, frío, hambre, dolor, miedo, rabia, se han instalado. Es preciso aplacar estas intensidades sin demora, para que sus rastros no sean causa de futuras disforias.

Trascender este primer trauma exige cuidados entrañables, basados en el entendimiento de toda la potencia oculta bajo un cuerpo tan vulnerable.

No hay excesos en los desvelos, para proveer garantías y estabilidades, como la primera piedra sobre la que se cimentará un ser capaz de tocar alturas impensadas.

No hay demasía a la hora de ofrecer asistencia, a tan ilustre invitado.

 

La plegaria es:

– Amarle y no soltarle hasta que él mismo sienta, que ya no necesita nuestro apoyo.

– Abrazarle mucho, para que grabe en sus células ese contacto íntimo, que generará vínculos generosos e indisolubles.

– Atender sus llamados, pues no sabe de manipulaciones, no conoce el arte de los engaños. Sólo sabe que necesita nuestra cercanía, para saber que es bienvenido.

Y para entender que los dolores pasan, que el frío es un instante, que el hambre lleva al goce de las satisfacciones y de a poco ir construyendo sus certidumbres.

Construir un terreno emocional férreo donde el alma sepa que puede forjar todo lo planificado, es la primera necesidad de quien encarna.

Más que lo material, es lo emocional lo que conquista y enraíza y de lo material, son las cercanías incondicionales y las voces tiernas, lo que afianza la primera de las confianzas, la del bienestar.

Para esto es necesario poder re-aprender y nunca olvidar nuestra fragilidad innata y entender una hipersensibilidad, que necesita una mano segura para ser transformada en armonía emocional y en mentes capaces de instalar todo su esplendor, desde la quietud que entrega la aceptación y la comprensión más allá de las intelectualidades.

Veremos como ese regalo de ocupación incesante de sus necesidades básicas, se multiplica en el futuro en serenidades, confianzas y posibilidades de balance emocional no reñidas con los temores propios, de quien se enfrenta a lo inédito.

Día a día alcanzará nuevos triunfos y nuestra presencia será cada vez menos necesaria, pero habremos cultivado en un ser entero no sólo la tranquilidad de saberse contemplado en la totalidad y sin condiciones, sino con un legado inquebrantable, de nociones acerca de lo que es ser apreciado.

El futuro que deviene de esas semillas prósperas, es un hombre o una mujer firmemente arraigado a la experiencia, haciendo aportes a la revelación de las metas fraternales. Formando círculos de solidaridad y manadas de compasión, para dar cabida a una nueva tierra, para una nueva humanidad.

Estos sin más ni más, son los alcances extraordinarios de una vida uterina protegida, una primera infancia conquistando felicidades y seres significativos que acompañan sin agobiar, pero en presencia constante e incondicional para una crianza consciente, consecuente y benévola.

 

Alejandra Vallejo Buschmann

Terapeuta holística.

Casa de Tara

Publicado Originalmente en la edición impresa de la revista SOMOS en Noviembre de 2014

https://www.revistasomos.cl/2014/12/crianza-consciente-semillas-humanas-para-el-florecer-espiritual/

 

 

 

 

 

La energía femenina; sustentando vida, religando corazones.

Un lugar indómito y gentil, donde se perfilan nuestras virtudes maternas, aspecto e ímpetu sostenedor. La enraizadora primigenia que nutre y fusiona los cimientos y recursos del bienestar futuro, para la realización de una tribu compasiva, que lidere el progreso cósmico.

En el vasto Universo se cortejan, seducen, fusionan y hermanan dos energías primarias; masculina y femenina. Las dos fundamentales, las dos encabezando movimientos y manifestaciones puntuales en orden a dar sustancia y sentido a los hechos y sucesos esenciales.

Cada una en su órbita, consolidando una danza de miles de influencias y consecuencias vitales.

A pesar de su igualdad y significancia en el montaje existencial, hay características de una de ellas que hoy quiero celebrar, no sólo debido a su rol en los movimientos y latidos básicos, sino por haber sido a través de la cronología trascendental, irónicamente apagada e incluso hoy aún desdeñada, quizás por la misma fuerza que ella interpreta y modera.

La energía femenina, vital en la generación de la vida, su sostén y orden divino, ha sido rebajada a múltiples detalles básicamente decorativos y hedónicos, que no merecen lo que ella misma encarna y establece.

Brío y linaje que hoy reclama su sitio en el argumento de la historia humana, desde la inefable mirada, de quien sabe lo que es.

Energías opuestas complementarias, creativas: El Universo pulsa desde una primera semilla de manifestación que necesita ser parida y luego ordenada. Todo pasa y se crea desde el mismo proceso y es, desde esa base fundamental que no sólo es energética sino también afectiva, donde se sitúan las raíces de una abundancia que lidera la exactitud de los logros evolutivos.

No hay equilibrio posible si esta fuerza abrigadora y nutricia falla en sus faenas, prodigando el sustento inicial para el logro final.

Su ausencia radica en frialdad, abandono, soledad, incertidumbre, por mencionar algunas de las carencias que preceden a la pérdida de esta fuerza abrazadora.

Remitiéndonos exclusivamente a la realidad humana, es imperioso aclarar que ambas energías Yin y Yang, le dan soporte al ser en diferentes aspectos de su materialidad tridimensional. Pero, es la energía femenina la que cuaja las fuerzas anímicas espirituales, dentro de un cuerpo físico pero no por eso, menos sutil y mágico.

Aún hoy plenos de tanta información y desarrollo intelectual, tecnológico y quizás también consciente, no hay claridad con respecto a lo que implica la generación de estos vínculos materiales, afectivos y sicológicos en la vida humana, y su posterior consolidación como resultados de estas raíces cebadas con un impulso que garantiza por sobre todo, la fe en todo lo que implica ser y estar.

Y no sólo ser y estar en un contexto experiencial, personal y único, sino también moviendo redes que albergan, las nuevas premisas de un retomar lo que se descarrió, después de la caída del hombre.

El patrimonio femenino: La herencia femenina radica en cohesionar espíritu y experiencia material, a través de los lazos afectivos.

Ser mujer implica por ende, llevar el legado emocional, fisiológico y concreto para ser amparo de las fuerzas creativas y todas las posibilidades que fundamentan el coexistir.

A fuerza de pulsar todo lo que ella significa y recuperar su sitio, es que la mujer pareciera haber olvidado lo que su posición de privilegio en la continuidad primordial compromete, y que el llamado no es a parecerse a su opuesto complementario, sino ser justamente todo lo contrario, pues ahí radica la verdadera finalidad de esta balanza energética que equilibra todas las manifestaciones de vida.

Y aún más, podemos ver como en la naturaleza sabia en si misma, se presentan ejemplos donde esta fuente materna es la única que sostiene las descendencias, de la misma manera que se ha repetido incesantemente en la experiencia humana.

Pareciera ser que la madre natura no necesita más que esta mano que cría en la tibieza de un seno que prodiga todo y tanto, para que sean concebidas y perpetuadas las especies.

Eso no implica que la energía contraria no sea menester, sólo señalo lo que la gran creadora asigna y aprueba.

Lo importante no es quien es mas eficiente o sustancial, sino que al fin y cómo un acto de humildad se recupere y honre, la gran matriz femenina que expulsa y abraza para entregar en integridad, las herencias que darán continuidad y permanencia.

Amar la mujer en mi: Ser mujer es, venerar el aspecto materno del Padre creador.

Ser mujer; para hacer florecer los espacios del fuego masculino.

Ser mujer; para prodigar los cuidados con que el amor se arraiga.

Ser mujer; para dulcificar las improntas y huellas, de una existencia karmática que golpea la fragilidad de nuestra alma.

Ser mujer; para impulsar desde la serena presencia que da certeza, a esa energía masculina que genera avances y concreciones materiales.

Ser mujer; porque es femenino el pulso que dio luz, al hijo de Dios acá en la tierra.

Ser mujer; porque ella alberga la intuición que ordena y compensa la energía mental, de un Universo mental acunado en un flujo perceptivo.

Ser mujer; porque es lindo ser piel y aromas, que decoran los instantes donde en el cosmos resuena, el ronroneo del encuentro entre ella y él.

Hoy quisiera invitar a las portadoras de esta influyente energía a reivindicar ese rol, desde aquello que es su esencia y que marca la diferencia entre el otro que es luz de sol, movimiento y extroversiones y nuestra serena presencia atiborrada de rayos de luna y remanso que ofrece, el espacio donde descansan y se dan las formas de las infinitas expresiones afectivas.

Mujer para; reconocer y amar aquella parte nuestra que no congenia con ningún estereotipo, sino que desborda pariendo autenticidad y pulsos creativos personales, reivindicando legado, nombre y sello.

Se abren entonces las ventanas interiores, por donde asoma la Diosa intrínseca que siempre multiplica y nunca divide, atisbando más allá de lo evidente pues percibe y comprende desde saber al fin, que sostiene el vaivén emocional de todo aquello que toca.

Así se manifiesta lo que ella sabe hacer mejor, religar almas para sanar corazones.

 

Alejandra Vallejo Buschmann.

Terapeuta Holística.

Casa de Tara

Abundancia; la generosidad del Universo al alcance de la mano.

Despertar cada mañana y saber que todo será dado, es virtud de almas que reconocen su lugar y su linaje ilimitado. Y despedir la noche con el goce de quien vive en plena reverencia por lo recibido, es sin más, calidad espiritual. Este es el ofrecimiento, de este sencillo conjunto de ideas, que sólo buscan sembrar fertilidades.

Escuché hace unos dias esta afirmación y sentí que es la mejor manera de significar la abundancia: “Puedes impedir que Dios brille dentro de ti, pero no puedes impedir que brille alrededor tuyo”. Tan simple como eso.

¿Que llevo dentro de mi que hace que pueda ser abundante o no? Porque aunque no lo creamos, eso es la abundancia. Es cómo me siento con lo que soy. Es la gratitud con la que vivo. Es como percibo mi existencia y cómo disfruto lo que hoy tengo, en la merecida espera de que algo nuevo llegue.

Sin embargo, lo que vemos a diario, es como en nuestras mentes nace y se perpetúa un concepto errado de la abundancia, interpretándola básicamente cómo riqueza material, flujo constante de dinero y bienes. Esa es la primera idea que surge cuando hablamos de prosperidad y claro, es así, pero sólo una parte.

La abundancia para que sea plena, debe estar presente en todos los ámbitos de nuestras vidas: Abundancia de compasión y paz interior. Abundancia de salud. Abundancia de creatividad. Abundancia espiritual. Abundancia material. Tener en equilibrio estos aspectos, me ratifica como una persona que vive, en la opulencia de la vida.

Modificar el concepto material de abundancia, es el inicio de nuestro vínculo con ella. Después precisaremos un trabajo mental y emocional dirigido a perpetuar en mí la abundancia a la que tengo derecho, como hijo (a) que soy del dueño del Universo, por decirlo de alguna manera.

Una pregunta se repite, al inicio de esta búsqueda: ¿Cómo puedo obtener abundancia en mi vida?. Hay diversa información sobre cómo atraerla, y en general con buenas pautas para el éxito en esta empresa. A modo de resumen y de acuerdo a mi experiencia, puedo detallarlo de la siguiente manera:

  • Primer paso: agradecer. Esta es la llave de oro. Sin agradecimiento, no hay consonancia entre la meta y la realidad. Agradecer es un acto de devoción a la vida, hermandad con su prodigalidad, y reconocer la perfección de tan vasto génesis. Es un ademán netamente amoroso, que no sólo nos engrandece, sino que provoca que aquellas cosas por las que estamos agradecidos, retornen a nuestras vidas multiplicadas.

Este acto de agradecimiento no está acotado a algo en particular. Es amplio y generoso, y se origina en la gratitud por la chispa de vida que nos sostiene aquí y ahora, y concluye con el más mínimo eslabón que adereza nuestra historia. Complacencia por cada ingrediente disponible, para nuestro uso y contento.

No hay restricciones para el agradecimiento, y poco hábito tenemos en ofrecerlo.

Agradecer no de manera mecánica, sino respirándo este agasajo continuo, de lo contrario se merma, toda su potencia generadora.

  • Segundo paso: sentirme abundante hoy. Esta magia fluye desde la gratitud, y es una disposición de toda nuestra entidad para acompañar a la sorpresa diaria, frente a cada pequeño milagro sucedido. Damos gracias por la vida y aplaudimos su dadivosidad intrínseca. Agradecemos y en ese gesto, hay certidumbre de que todo está provisto, cómo el ineludible reflejo de nuestras acciones y las energías creadoras que emanan de nuestro rol y memorias. Lo que dejamos grabado con nuestros hechos y decretos.

Vamos escribiendo nuestro guión y viendo como todo se va perpetuando y con ello, acciones futuras se configuran. Si algo falta es necesidad entender que lo no cosechado, es ante todo un requerimiento, a la responsabilidad personal.

Nada es casual, ya lo sabemos. Si lo que anhelamos nos esquiva, es porque algo detiene su llegada. Agradecer y sentirse abundante es la manera de prepararnos para acoger, lo que hemos estado concibiendo.

Decir: me siento abundante, no es una mera frase, es fluir en ese gesto fecundo y grabarlo en mi conciencia, para que no sea algo externo a mi esencia, sino mi sello inherente.

Decimos por ejemplo: Yo soy creativo. Es un hecho, lo palpo profundo, es así.

Si digo; tengo los ojos café, es categórico, no hay evidencias que exponer, es.

Sentirse abundante es lo mismo. Nada que agregar, nada que probar. Somos.

Residamos la abundancia. No importa que algo falte, no importa incluso que no lo creamos posible. Visualizemos la creencia que lo somos, hasta que esas erradas ideas de falencia y escasez empiecen a perder fuerza y un día, se manifestará correspondencia, y todo se revelerá en la certeza misma, que precipita estar justo donde todo se exterioriza.

Joseph Campbell dijo: “Sigue tu dicha y el universo te abrirá puertas donde sólo hubo muros”. Vivir la abundancia es seguir la estela de nuestros regocijos, cómo el mejor mecanismo para despejar las oposiciones, al llamado de nuestra soberanía sobre las falsas miserias.

  • Tercer Paso: Sabernos entidades co-creativas de todo lo que arraigamos. La ley de atracción lo grafica de manera muy clara; “Atraemos lo que somos”

Cada “no puedo” es una energía que hará que mis anhelos se diluyan.

Cada “no tengo” ratifica mi escasez.

Cada “nunca será” mueve todas las circunstancias para que así sea.

Apremia hoy, modificar estos hábitos.

La física cuántica nos dice que el Universo entero ha surgido de un pensamiento. Todo lo que se envía vuelve al origen. Cada pensamiento que emitimos, tiene una frecuencia y magnetismo, que hace que atraigamos a nuestra realidad, aquello que hemos instituido.

Lo más complejo es, que lo hacemos sin pausa, infinidad de pensamientos emitidos, que van generando respuestas y causalidades. A esto le debemos sumar la fuerza que le imprimen, nuestras emociones. Cuando pienso en algo y mis emociones están alineadas, sucede, se precipita, se concreta. No hay bueno ni malo, sólo sobreviene.

Transformar la mente para generar ideas creativas, que junto a la emoción correcta y la vibración más alta posible, sean el conducto que revele mis anhelos. Pensar conscientemente para atraer con presición, cada aspiración y objetivo. Vislumbrar a ciencia cierta, que estamos originando.

Finalmente no olvidemos, la ética en nuestras desiciones. No hay garantía de bienestar, sin fraternidad en mis deseos, de modo que es irreconciliable el pedir algo que vaya en contra de las leyes de la vida y obtener un resultado significante. De una u otra manera esto terminará produciéndonos infortunio, y en ese estado no hay cabida para la abundancia.

Para ser más precisos. Cuando pedimos algo, debemos respetar el balance de las cosas, al otro, y a mí mismo. En integridad absoluta.

El escritor estadounidense Charles Haanel nos señala: «El pensamiento o actitud mental predominante son el imán, y la ley es
que lo semejante atrae a lo semejante,
por consiguiente, la actitud mental atraerá invariablemente aquellas condiciones que se correspondan a su naturaleza.»

  • Cuarto paso: aprender a recibir. Una cosa es querer y otra que mis puertas estén abiertas para que aquello me abrace. ¿cómo explicamos esto?:
  1. Tengo una expectiva de realización, si no se cumple de acuerdo a ésta, no distingo cuando las aspiraciones se develan, hiladas a impulsar mi evolución. Sólo veo deseos fallidos, y las sombras del desencanto nublan la estrategia superior.
  2. No me siento merecedor de la felicidad y abundancia, no me reconozco mérito posible, ni me admito apto para recibir.
  3. No creo que esto realmente sucederá, la incertudumbre triunfa.
  4. Me devora la impaciencia, no se seguir el ciclo óptimo que abre caminos. Entonces el apuro atrae lo contrario, la carencia.
  5. Me cuesta el contacto interior y la lucidéz para palpar mis procesos, entonces no me doy cuenta ni cómo, ni cuando las aspiraciones acaecen.

Saber recibir tiene que ver, con que si bien es cierto estoy exhortando por un afán, también debo poder dilucidar los afanes superiores. Me explico, cuando me siento agradecido, y desde allí elevo mis pretenciones, sé con certeza que el devenir no tiene dudas, ni cuestionamientos.

Muchas veces hemos deseado fervientemente algo, mas una vez obtenido, la objetividad me revela cómo esto no calza con mi fortuna. Al contrario, a veces a pesar del deseo latente, el rumbo ha sido opuesto a ello y sin embrago, la paz interior nos avisa de la exactitud de este resultado, claramente sin afinidad con mi bonanza. Coherencia es menester. Mi gratitud es saber que todo se dará, cómo sólo la fuerza más poderosa lo puede ofrendar, en orden, con pulcritud, lleno de bienaventuranzas.

Lo expuesto en el punto 2, tiene que ver con los auto-sabotajes. Sentirme poco merecedor, es un portazo definitivo a la abundancia. Sus profundas raíces residen en nuestros estados pasados más frágiles o en nuestros traumas olvidados y es sin duda, un arduo camino admitir y procesar estas emociones tan desoladoras. Aún así la libertad que produce el reconocerse desde ese dolor, es el primer impulso para decirle al universo y a mi alma; “Merezco amor, felicidad y bienestar”. En ese espacio de inflexión, se empiezan a sellar las cicatrices y cómo un bálsamo las abundancias nos visitan.

Punto 3: en este punto se situa una sugerencia a revisar convicciones. Creer que soy capáz de transformar y generar realidades, es requisito en lo que aquí nos congrega. La incredulidad es un vacío profundo en mi contextura humana y espiritual, alimentado por la escasa noción y débil entendimiento de la trama existencial. Cómo no reconozco mi sitio en ella, no me siento patrocinado por una generosidad que no es terrena, sino cósmica. El deber es, ocupar hoy mi parte en esta representación evolutiva. Cada rol es ineludible, cada cometido irremplazable.

Cuando así lo reclame nuestra esencia y seamos capaces de replicar esa convocatoria, todo se hallará en su lugar, sin titubeos.

Punto 4: oír la suave voz de la paciencia, instándonos a un repliegue y cese de luchas, es una dulce tregua para algunas de nuestras más profundas desazones. Tendemos a esperar que las situaciones se desplieguen en los tiempos por nosotros aprovados, pero nuestro tiempo personal, es sólo una parte de un movimiento mucho más sustancial. Esperar el tiempo perfecto es perfecto, y aspirar al él es garantizar éxito en nuestras realizaciones.

Punto 5: conocerme y auto-examinarme es hábito, más que una elección. Hace que podamos discernir los procesos creativos, para entrever las direcciones que toman y su consumación. De este modo dominamos la experiencia, movemos las piezas, y le damos los matices exactos. La energía se creó y definió, dando a luz una nueva semilla, contenedora de impulsos que motivan, futuras expansiones de las fuerzas anímicas, para producir el desarrollo de nuestro cometido, como artesanos de las materialidades y sucesos.

Finalmente y la verdad es que todo es tan simple. Bastaría con abrir los brazos, y dejar que los vientos esenciales, nos arrullen y encaminen. Nos disponemos y acatamos, un llamado que no se ignora, que nos dice y demanda a que multipliquemos los regocijos. Pues tal cómo dice mi compañero de viaje: “la felicidad no tiene requisitos”.

La convocatoria a la fecundidad enuncia; con los pies en la tierra, y los ojos en cielo, consintamos en que todo acaezca, en gratitud y siendo abundancia, de esa que refleja mi homenaje a la vida.

 

Alejandra Vallejo Buschmann.

Terapeuta Holistica, Casa de Tara.

Publicado Originalmente en la edición impresa de la revista SOMOS en Agosto de 2014

Abundancia: La generosidad del Universo al alcance de la mano

 

 

Visualización positiva; la mente jugando.

“El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender”. Plutarco

El pensamiento creativo es generar nuevos fundamentos de orden mental y todas sus asociaciones, distintos a los rutinarios, para dar un nuevo matiz a la planificación mental y de alguna manera producir, nuevos escenarios, probabilidades, caminos y resultados.

El bienestar que produce una mente silente, es conocido por muchos y desconocido para la gran mayoría. Mente que como una gran máquina hacedora y sustentadora de miles de espacios creativos, hoy se ha transformado en una entidad difícil que controlar y comprender. Atados a esta energía desbocada, nos agotamos y lo peor, mal enfocamos todo ese potencial que debe funcionar a nuestro favor y no al revés.

De las variadas técnicas que hay para poder entrar en un nuevo relacionarse con toda nuestra energía mental, hay una que por su sencillez y buenos resultados, ha tomado un lugar para quienes buscan usar este potencial y sus virtudes.

La visualización creativa o positiva, es hoy una buena instancia de dar forma a nuestra fuerza mental creadora, a fin de alcanzar no sólo objetivos concretos, sino equilibrio y espacios curativos probados para recuperar los estados de armonía que hoy cuesta tanto mantener.

“La imaginación es todo. Es la vista preliminar de las atracciones de la vida por venir” Albert Einstein.

El objetivo primero es sin dudas, lograr estados progresivos de bienestar. Desde allí el visualizar nos ofrece poner la mente en un espacio destinado a mantener el foco en algo concreto y de esta manera parar la interminable cháchara mental. Para esto vasta con hallar el espacio, horario y tiempos adecuados, para en una posición cómoda, y tras sucesivas respiraciones que ayudan a armonizar nuestro estado general, fijar la atención en algo que nos lleve evidentemente a la simetría y calma. El mar, el cielo, la inmensidad, son algunas de las más usadas fuentes de inspiración.

Junto con el bienestar que produce la quietud de una mente en sosiego, podemos optimizar el proceso haciendo uso de visualizaciones que tengan un claro norte, para poder poner en marcha toda una institución energética, en orden a atraer esos objetivos originales.

“Cualquier cosa que la mente del hombre pueda conseguir, puede lograrse». Clement Stone

Tres pasos iniciales importantes: reconocer la necesidad, fijar el objetivo, definición de la estrategia.

Para esto, la fórmula es visualizar desde el sentir. Yo evoco un objetivo y lo acompaño con la emoción asociada. A modo de ejemplo: pienso en lograr paz, y todo mi ser se hunde en totalidad y alinea con ese virtuoso estadio vital. Visualizo éxito en mi nuevo trabajo, y siento que eso ya es real, lo veo en todos sus aspectos, siento la alegría de esos logros y todos sus beneficios.

En fin, son muchos los ejemplos a mostrar, lo importante es saber que; pensar es crear, y sentir, es poner en contexto y a traer a lo físico y concreto, lo que hoy es algo sutil, parte de mi mente e imaginación.

Comparto una frase que evoca la magia de esta ruta transformadora: Inhalo luz, retengo paz, exhalo amor.

 

Alejandra Vallejo Buschmann

Terapeuta Holística, Casa de Tara.

Artículo publicado en la revista SANA, edición impresa de octubre 2015.

Belleza y la protección de mis energías; todo uno.

Cuando la esclavitud de la apariencia externa en un cuerpo que muta y que lleva impresa, fecha de caducidad nos domina, olvidamos que la belleza inagotable viene de los rincones más profundos del ser, donde se incuban, proyectan y metamorfosean, miles de instancias de manisfestación, todas aunadas para salir al mundo y mostrar esa luz tan particular, que es nuestro sello y legado.

Esa energía es la que le da toques, matices y colores, a un cuerpo que a pesar de estar esteriotipado, irradia lo que vibra en cada uno y no deja dudas de su belleza, cuando se conjugan el amor, la gratitud, la vida sana y la alegría de poner a disposición de nuestra existencia, todos los dones dados en los planos superiores.

Somos energía, que vibra, que se transforma. Somos las particulas que componen el Universo.

El sistema energético del ser humano está formado por: El Aura, los chakras, los meridianos y el Alma. Estas energías sostienen una realidad física, que tiene por finalidad un camino de evolución hacia la plenitud y dicha.

Cuidar estos sistemas es responsabilidad individual, pero para eso debemos entender que somos más que lo material, y que honrar todas las fracciones de nuestro ser, es gratitud.

A grosso modo podemos decir que nuestras fuentes de poder se afectan en lugares contaminados, de baja vibración o en contacto con otra persona. También bajo ciertas situaciones que nos sacan de nuestro centro.

Algunos síntomas son: sensación de agotamiento, incluso en pocos minutos; sensación de debilidad; dejar de disfrutar de manera abrupta de nuestros quehaceres.

Perdemos nuestra energía a través de nuestra aura y chakras. Nos comunicamos a nivel sutil, nuestras Auras se tocan. En los chacras se establecen cuerdas energéticas momentaneas, que no revisten dificultad, no así las permanentes que son aquellas que en general están ligadas a fuertes estados y vínculos emocionales, que merman nuestro poder personal y agotan.

El aura actúa como un escudo y cuando estamos equilibrados siempre nos protege. Si nos sentimos débiles o no somos conscientes de nuestro dominio, al interactuar con el aura de otra persona podemos ceder nuestros brios y entrar en el círculo de dependencia hacia el otro.

Nos contaminamos cuando; no tenemos presencia, que es habitar en el ímpetu de mi traza, sin provocar imposiciones, sino más bien obedeciendo la melodía de mi esencia. Donde nuestra aceptación frente a los ciclos vitales es débil o en la infra valoración de lo que somos. Si no poseemos la certeza de merecer nuestros anhelos y en consecuenacia buscamos recibir aprovaciones o reconocimientos. Por un deficiente enraízamento por traumas pasados o de esta vida. También por mala educación y voluntad emocional, que lleva al colapso y pérdida de la autoridad interna.

Derrochamos mucha energía al reprimir o negar partes de nosotros mismos, nuestra sombra. Así mismo cuando tenemos dificultad con nuestros límites personales, se traducirá en dificultad de límites energéticos.

La dependencia o simbiosis emocional, el ser libre para relacionarme a voluntad sin depender, también nos deja vulnerables.

La ley de la atracción establece que “atraemos lo que somos” por ende como vibro, es significativo, es la puerta de entrada a las personas y experiencias venideras.

En términos generales, los excesos de todo tipo debilitan al cuerpo y las energías. El llamado es a tener; alimentación consciente, ejercicios, buenos hábitos de sueño, tiempo para la meditación o el relajo, etc.

Pero sin duda es primordial, para entender la pérdida de nuestras energías, pensar en nuestra responsabilidad al respecto. ¿Por qué regalo mi energía? Una reflexión trascendente, que nos invita a revisar qué patrones mentales y actitudes emocionales de nuestra personalidad están favoreciendo desequilibrios, dejándonos a la deriva.

Lo principal es entender que; el auto-conocimiento y la autoestima disminuyen la posibilidad de contaminación. “Me amo y me acepto tal como soy” es entonces la premisa. Desde allí caminamos envueltos en un halo benefactor, que no da pie a las energías que no tienen analogía, con el linaje de mi alma.

La fórmula es simple y elevada; existir la totalidad de nuestro ser luz, es la mejor protección y el eje que nos centra e impulsa a vivir, alineados a esa verdad que olvidamos, pero que ¡somos!

 

Alejandra Vallejo Buschmann

Terapueta Holísitica Casa de Tara

 

Mi niño interior y yo; y la sencillez de ser feliz.

La facilidad en el sonreír, la mirada siempre llena de colores y matices, el lenguaje simple, directo, gracioso, son cualidades que de niños profesamos y que hoy insto a recuperar, a fuerza de despertar a ese niño (a), que permanece para muchos inexorablemente dormido.

El juego continuo y sin pausa, la despreocupación por las estructuras innecesarias, el movimiento constante, lleno de energía y teatralidad, son algunas de esas añoradas características que hoy pareciera nos ayudarían a que todo fluyera con mayor gentileza. Para ser más simples desde nuestra divina diversidad.

Pero esas pautas espontáneas, están dormidas bajo la híper-responsabilidad que no corrige mis ausencias, la seriedad que inhibe la flexibilidad, el deber ser que nos rememora las sobre-exigencias teñidas de culpas y los castigos innecesarios que laceran nuestra sonrisa interior. Y más aún, los estigmas sociales que nos acosan, haciéndonos olvidar aquella faceta juguetona, que nos hacía gozar de lo esencial, a pesar de los pesares.

La pregunta es: ¿Le quieres despertar?

Cierra los ojos, visualiza a tu niño (a) interno y viaja:

Tomo a mi niño (a) interior de la mano y le digo;

– Mira, así es el amor…. Nunca te suelto, nunca me eres ajeno (a). ¿Ves? La vida nos sostiene. Vamos, caminemos esta existencia.

– Le muestro los árboles y las fragancias de la tarde, para que sepa que vivir es sentir y gozar lo sentido.

– Le abrazo de tanto en tanto, para que sepa que nunca, se sueltan aquellos que se aman y que la distancia física es una ilusión, que juntos transformaremos.

– Y le canto al oído, para que afine su capacidad de escuchar las melodías de la vida, las verdades que nos sustentan y las palabras que nos guían a las confianzas y las certezas.

– Le hago cosquillas, para que ría mucho y sin pausas, de modo que la risa se grabe en sus células y sea siempre una instancia espontánea de placer y gratitudes.

– Comemos suaves frutos, paladeando su dulzura, pues quiero que sepa que esa agradable experiencia, estará encadenada a las experiencias futuras, para ser siempre interpretadas, desde estos recuerdos y alegorías.

– Y bailamos, claro que si, danzamos sin pudor, golpeando al cuerpo con estos movimientos jubilosos, que nos enraízan y expanden…

– Juntos caminamos sin estaciones ni paradas, anclando el presente, agradeciendo lo vivido, en la emoción de lo venidero… mirándonos, más cómplices que nunca.

– Y cuando ya llega la noche y mi niña (a) esboza una sonrisa dormida, le acuno, le arrullo, hasta que los corazones rebosen unidos y en quietud, y se cierren esos ojos tan luminosos, y de paso se cierren los míos.

Abrázale como lo harías con alguien amado, y siente que le puedes proveer de todo aquello que no fue, sanando esas carencias que hoy rebrotan en dolores.

Despertar a ese ser que aún palpita en nosotros, es un alto en el camino, que señala la recuperación de aquello que atesoramos y perdimos a cuesta de sobrevivir. Por ende es un recoger gratificaciones que restablecen vínculos bases para la realidad adulta.

Un paréntesis que redime la inocencia relegada en pos del crecer, dentro de creencias sociales tan arraigadas que parecieran gritarnos que madurar, es dejar de gozar. Que las dificultades no son inherentes a la luz y que en sus huellas no se puede fraguar la alegría de aprender motivados y siempre retozando.

Hoy podemos iniciar esta pausa, que nos tomará un tiempo para nosotros mismos, con altas dosis de paciencia y mucha auto-indulgencia, esa que es benéfica, pues nos mima y conduce a la tan gratificante dádiva de sentirnos amados.

Importante en el proceso es: reconocer en el niño interno no sólo su capacidad de atrapar alegrías, sino todos aquellos dolores que han quedado encadenados a esta parte de mi ser. Son esas cadenas las que han impedido mi fortaleza adulta y que me hacen reeditar angustias sin si quiera saber cómo. Barreras que necesito trascender, para limpiar el trauma emocional en mi cristalizado.

Tener presente que ya no recuperaré la base afectiva quebrantada, y que sólo puedo desde mi hoy fortalecer a esa porción mía tan vulnerable, sabiendo que nadie más que yo, soy capaz de la incondicionalidad que ni niño interno necesita para volver a creer en la razón del ser, un ser humano.

Entender que este proceso de absolución requiere de la catarsis necesaria para dejar fluir los tormentos internos, que serán el menguar del desconsuelo, para que el sol de mis amaneceres, sea restablecido.

Por último entender que este proceso es, lejos de una tortura, un hacerme cargo de mi parte más sublime, esa que trae fresca la luz estelar que peregrina conmigo, desde mi mundo sutil. Es por lo tanto reavivar esas llamas inmaculadas para fraguar al ser que hoy sabe, que la transformación es un deber.

Me propongo entonces que a pesar de lo aciertos y desaciertos, reiré más y tomaré muy pocas cosas en serio, de esa seriedad que esclaviza y quita espontaneidad. Perdonaré sin cuestionamientos, para que con la misma facilidad con que puedo devolver una ofensa, ofreceré una sonrisa. Abordaré cada situación como una nueva hazaña, con el éxtasis infantil que provoca residir la vida.

Decreto: Te reconozco pequeña y preciada parte de mi, eres bienvenido (a), toma tu lugar. Te ofrezco; llévame de la mano hacia tu mundo donde todos podemos participar, sin exclusiones. Donde cada segundo es vida, vida en beneficio de la expansión de todas mis virtudes. Donde la sonrisa es extensión del placer y la holganza con que viajo ligado a lo mejor de mi, sustentando el aura de mi alma en un genuino estar siendo, parte de un despliegue de congruencias, a favor de mi retoñar.

Y no olvido estas simples sugerencias, que reavivan mi fascinante candidez:

Decálogo del niño interior:

La vida se disfruta porque es crear abundancias y … ¡porque si!

Nunca un desencuentro vale más que la amistad.

Un buen helado incluye, que chorree hasta los codos.

Hacer locuras es, parte de la cordura.

Reír sin motivos, un ritual necesario, diario, sanador.

Un momento de diversión, vale más que la ropa limpia.

Mi mundo imaginario, es parte de la realidad.

Reírme de mi mismo (a) es, mi alma y yo riendo al unísono.

Las cosas materiales no reemplazan, un momento de algarabía.

Nunca un instante de felicidad, será condicionado por el qué dirán.

Si logro estrechar esos lazos, más lúdicas serán la travesías terrenales. Volveré a mirar la vida como esa puerta abierta que canaliza las experiencias infinitas. Y yo, desde ahora me sumergiré en esta aventura exclusiva, con nada más que mis ganas de coexistir y la certeza de que es justo, lo que esperada me sucediera. Entonces el júbilo de mi totalidad dirá: Lo acepto, lo vivo, lo agradezco.

Alejandra Vallejo Buschmann

Terapeuta holística

Casa de Tara

Articulo publicado originalmente en la edición impresa de la revista Somos en Junio de 2014

La sencillez de ser feliz: Mi niño interior y yo